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Leyendas Ecuatorianas: Etsa (Shuar)

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Etsa  Ilustracion de Roger Ycaza
Ilustración de Roger Ycaza, 2009
Fuente: rogerycaza.blogspot.com.es

En Ecuador existe una comunidad indígena llamada Shuar, nuestros abuelos nos cuentan leyendas muy antiguas que nos pasamos de generación en generación. 
Los abuelos dicen que el pequeño Etsa vivía en nuestra comundad, su nombre, quería decir Sol, el valiente Sol, el generoso Sol de sus antepasados.

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Leyendas Ecuatorianas: Los Guacamayos difrazados (Cañaris)

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Las ancianas cañaris cuentan de qué manera dos hermanos se salvaron de ahogarse durante un gran diluvio. 

Los loros disfrazados


Por estas tierras cañaris hay un altísimo cerro llamado Fasayñan que cuando las lluvias causan inundaciones, sus cumbres se elevan dando estirones hacia el cielo, de manera que parece una isla que nunca se sumerge.  Cuando el gran diluvio desbordó los mares y ríos, no quedaron más que dos supervivientes, dos hermanos, varones, . Sus nombres se olvidaron, pero podemos llamarlos Chonta y Pila. 

 

Cuando vieron que el mar comenzaba a cubrir la tierra, Chonta el hermano mayor tomó de la mano a Pila y corrieron hacia la cumbre salvadora que los libró de ahogarse. Toda la montaña temblaba con cada estirón  y los hermanos tuvieron que quedarse agarrados a las raíces y a las rocas para no rodar hasta los abismos. 

 

Al cabo de unos días, las lluvias cesaron, Chonta y Pila se asomaron a mirar los valles y vieron que todo estaba cubierto de agua. No podían bajar al lugar donde estuvo su cabaña; recorrieron la cumbre y encontraron una caverna en la que se refugiaron. Salieron a buscar algo que comer, pero sólo hallaron unas hierbas duras y raíces. 

 

-¡Ay! -lloró Pila-, ¡me duelen las tripas de hambre! 

-A mí me gustaría tener una cabeza de plátanos y un ananá jugoso -suspiró Chonta. 

 

Corrían entre las rocas levantando piedras para hallar algún bicho, pero en la noche estaban tan hambrientos como al alba. 

Una tarde, al caer el sol, llegaron a la caverna sin aliento ya para seguir viviendo. 

Entonces vieron sobre la piedra donde machacaban las raíces un mantel de hojas frescas y sobre ellas, frutas, carnes, mazorcas de maíz y todo lo que habían soñado comer durante tantos días. 

 

— ¡Mira!, ¿quién habrá traído esta  comida? -gritó Pila. 

— No lo sé -contestó Chonta. Y se abalanzó sobre los manjares sin hacer preguntas. 

 

Pila hizo lo mismo y cuando estuvieron satisfechos se pusieron a dormir. 

En sueños oyeron gritos y risas de los guacamayos, esos grandes loros que habitan en las oscuras selvas de los valles. 

 

Los misteriosos seres continuaron llevándoles comida día a día. Nunca alcanzaban a verlos; acudían sólo cuando los hermanos dormían o se alejaban de la caverna. 

 Sintieron una gran curiosidad de saber quiénes eran los que con tanta generosidad los alimentaban; la curiosidad fue creciendo.

 

— Escondámonos cerca, entre las rocas -sugirió Chonta. 

— Así sabremos quiénes son -dijo Pila. 

 

Antes del amanecer ambos se escondieron junto a la caverna. Estaban nerviosos e impacientes. Pasaron las horas, de pronto, algo que sobresaltó a Pila y a Chonta tembló en el aire como un arco iris. Al poco rato oyeron un fuerte aleteo y sonoros gritos. Se asomaron con cuidado y vieron unos grandes guacamayos los mismos que habitaban en las selvas, cerca de su antigua cabaña. 

Sin embargo, su aspecto era diferente, sus plumas de radiantes colores no relucían. 

Entonces descubireron con asombro que eran 2 hermosisimas guacamayas con rostro de mujer.

 

A las guacamayas no les gustó tampoco haber sido descubiertas. Con las plumas erizadas y los ojos chispeantes volaron lejos, llevándose la comida. 


Al ver que las guacamayas no regresaban y que luego pasaron los días sin que les trajeran alimentos, comprendieron su imprudencia y su ingratitud. 


Al cabo de un tiempo las guacamayas volvieron a la rutina habitual y trajeron nuevamente comida a los hermanos.

 

Todas las tardes se asomaban a los abismos para ver si el agua bajaba en los valles; y así comprobaron que lentamente volvían a formarse los ríos, las lagunas y los mares; la tierra se secaba y surgían las selvas. 

 

Un día Pila y Chonta decidieron regresar al lugar donde estuvo su cabaña, pero no querían perder a los loros, no sólo porque los habían alimentado, sino porque eran unos pájaros muy bellos. 

 

— Guardemos uno para nosotros -resolvió Pila, convertidoya en unmuchacho-. 

 

Cuando ls guacamayos vinieron como siempre, con los alimentos, entre los dos hermanos apresaron a uno de ellos y le recortaron las alas para que no pudiera volar. 

 

— Perdónanos por hacerte esto, amigo, pero no queremos perderte al bajar al valle -le explicaron. 

 

Lo llevaron consigo montaña abajo, amarrado de una pata. 

 

Pero estas aves nunca abandonan a uno de los suyos, así que toda la bandada siguió a los muchachos hasta el sitio donde antes vivieran. 

 

En el valle los guacamayos se transformaron en seres humanos, en muchachas y muchachos alegres y hermosos: sus ojos brillaban y sus cabelleras tenían reflejos multicolores. 

Pasó el tiempo. Pila y Chonta se casaron con aquellos seres de extraña belleza, llenos de buena voluntad. Según la leyenda, este es el origen de una raza indígena ecuatoriana. 

 

Las abuelas de las tribus concluyen así la historia: 

 

«Aquellos loros misteriosos fueron dioses de las antiguas selvas y sus virtudes y poderes benéficos se transmitieron a sus descendientes». 

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Ñukanchik Wacharimanta - Nuestro Nacimiento

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Dicen que en Ñawpa-Pacha [1] todo estaba de noche, todo era vacío, solo existían Atsil Yaya [2], espíritu vital masculino y  Sami Mama [3] espíritu vital femenino.  No había nadie más que ellos, hasta entonces no existía el día.
Atsil-Yaya pidió a Sami-Mama acostarse con Él.  Se unieron en la oscuridad y Sami-Mama quedó embarazada. Así nacieron los Aya(4), los Duendes(5) y Pachamama(6). Cuando PachaMama nacía, Atsil-Yaya sopló e hizo sonar su churu(7) y empezó a amanecer.
 
Nukanchik WacharimantaPachaMama creció, se convirtió en una mujer y su vientre también empezó a crecer, porque ella ya había nacido fecundada. Cuando llegó el momento de parir,  Atsil -Yaya hizo de partero.
En medio del cielo lleno de rayos y truenos nacieron primero el sol, la luna y las estrellas. Luego nació el agua del vientre de  la Pachamama, siguieron las piedras, la tierra, el fuego, los cerros, el huracán, las plantas, los animales, el arco iris, el viento, la mujer, el hombre y todo lo que existe en el Universo. Todo lo que Pachamama había parido estaba vivo. Todo estaba al revés porque todos los seres pensaban y hablaban igual que  nosotros, los runas [8].
Por eso la tierra decía — por aquí pasaron pisándome-.
La planta de moras decía -le detenía con mis espinas, pero se safó y se fué-.
 
Al ver que todos los seres hablaban y pensaban al mismo tiempo y que todo era una confusión, Atsil-Yaya, Sami-Mama y Pachamama hicieron un consejo, se conversaron, y acordaron enmudecer a todos sus hijos e hijas. Poco a poco fueron enmudeciendo a todos los seres, con el toempo quedamos solo nosotros los runas con todas estas facultades, hablando y pensando como lo hacemos, mientras que los demás seres siguen pensando y hablando en formas diferentes de la nuestra… Así nacímos. Así cuentan los abuelos.

Primera versión escrita atribuída a: Luciano Cachiguango y José Antonio Cachiguango «Katsa».
Foto: Presentación 2008 Dr. Enrique Cachiguango. 
 
1. ÑAWPA PACHA: Tiempo adelante
2. ATSIL-YAYA: Espíritu Padre. Gran Espíritu Vital Universal Masculino. En el Norte del Ecuador se le conoce hasta ahora como ATSIL-YAYA o ACHIL-TAYTA.
3. ATSIL-MAMA: Espíritu Madre. Gran Espíritu Vital Universal Femenino. 
4. AYA: Espíritu vital presente en todos y cada uno  los seres de la naturaleza.
5. DUENDE: Seres pequeños dueños del kuri (oro), kullki (plata) que viven dentro de la tierra.
6. PACHA-MAMA: Madre tiempo, madre mundo, madre naturaleza.
7. CHURU: Caracol marino gigante.
8. RUNA: Ser humano.


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Leyenda Ecuatoriana: Cantuña y el Atrio de la Catedral

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Según la vieja leyenda quiteña, en la época de la Colonia existió un indio llamado Cantuña. Él era un buen trabajador de la construcción y por esto fue contratado para hacer el monumental Atrio de San Francisco, pero por más que quiso entregar la obra a tiempo, esta era muy grande y el indio incumplió el trato. 

Desesperado y con la amenaza de ser apresado, esa noche fue a ver la obra. Por entre los materiales de construcción apareció un hombre extraño, nada confiable, pero extremadamente amable. El hombre se acercó y directamente le dijo que era Luzbel y que quería su alma a cambio de terminar el trabajo.

Al indio no le quedó más que aceptar imponiendo una condición: “Yo te doy mi alma, pero si falta un solo ladrillo hasta rayar el alba, queda roto el trato”. Los dos firmaron el pacto con un poco de sangre que con su afilada uña el diablo sacó del dedo pulgar de Cantuña.

Enseguida miles de diablillos comenzaron a trabajar, el tiempo avanzaba y Cantuña rezaba y rezaba, llegó el toque del Ave María y el diablo triunfante se acercó para llevarse su alma, el hombre desesperado revisaba la obra y ¡oh!, ¡faltaba una piedra!.

Justo al rayar el alba, Cantuña se salvó y esa piedra, hasta el día de hoy, dicen que falta en el Atrio de San Francisco.

 



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Los Pueblos del Sol

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Recordemos con orgullo nuestros origenes.
El imperio Inca


La conversión de una comunidad rural en un imperio comenzó con el noveno Inca, Pachacutec quien dentro de sus múltiples obras para el imperio, mando construir Machupicchu. En la cima del poder estaba el Inca hijo del Inti, el Dios Sol. 
Entre los avances de nuestra civilización podemos contar  la red de caminos Incas, que permitió la unificación del Imperio, El Inca construyo caminos por todas partes para que los usaran todos los habitantes del Imperio uno de los mejores organizados desde el punto de vista administrativo.
Los Incas desarrollaron un sistema de comunicación llamado el Khipu.Un sistema de cuerdas y nudos que constituían un sistema de registro de información. Los Khipus permitían manejar ficazmente las finanzas públicas.
Los Incas imponían un sistema administrativos a los Estados. Los Apocunas eran muy importantes actuaban como medio de comunicacion entre los jefes locales y el Inca.
La agricultura era el pilar de la economía Inca, con un monumental esfuerzo construyeron terrazas de piedra a varios metros de altura para aprovechar de mejor manera el desnivel del terreno y aprovechar tambíen los pisos climáticos. Se dice que la actual producción de Perú no se puede comparar a lo que el imperio producía en esa época.

Mama Choasanguil - Leyenda Ecuatoriana

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Ati II PillahuasoCuenta la leyenda que la Mama Choasanguil, en realidad fue la una hija de Dios del Trueno. Nació cuando su padre Pillahuaso, quien en realidad era un alto pájaro de la comarca, se dio por vencido en una contienda habida entre los Huracanes y las Neblinas. Nació de pie y con los ojos brillantes para desafiar las tempestades. Píllaro era conocido en aquellos tiempos como Altar del Trueno, lugar en donde los espíritus disolutos de las montañas de los Lllangan-atis, se congregaban para practicar sus rituales haciendo aparecer oro en los rebordes de las nubes negras, cuando el viento buscaba tener vástagos, para que fueran guerreros y hombres que lucharan por la libertad y la justicia.
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El Yavirak

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Por: Edgar Allan Garcia
Libro: Leyendas del Ecuador
Editorial: Alfaguara
Por si no lo sabes, el Panecillo se llama así porque a los primeros españores les pareció que aquel cerro tan redondo y armonioso, que se levantaba en el corazón de Quito, era igual que un pan, un panecillo de miga blanca y apretada, de esos que los panaderos de Sevilla o Andalucía horneaban para luego inundar las calles con su olor irresistible.

El Panecillo
Muertos de nostalgia, los españores bautizaron el pequeño cerro como El Panecillo, en una tierra en que no se conocía el pan que ellos añoraban, —pues aún no había trigo— sino que rebosaba de humeantes llapingachos, tortillas de quinua, humitas de sal y de dulce, yuca asada, bizcochos de maqueño, empanadas de morocho, chigüiles de maíz, tortas de choclo, tamales rellenos con mote y chicharrón de llamingo tierno, todos chisporroteando en la viscosa mapahuira y bañados luego en un jugoso ají que mmmm, no, ¡no!, páreme la mano, no tiene sentido continuar con tantas y tantas delicias que como te imaginarás, enloquecieron de gusto a los recién llegados, aunque ellos —como ya te dije— seguían extrañando esos panecillos calientes, acompañados de vino tinto, que años más tarde el gran Velásquez se encargaría de pintar en un lienzo donde un niño parte, desde hace siglos, un sabroso pedazo de pan.
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El Padre Almeida

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El Padre Almeida Ilustracion Roger Ycaza


Cuenta la leyenda que Manuel de Almeida Capilla, hijo de don Tomas de Almeida y doña Sebastiana Capilla, ingreso a los 17 años de edad a la Orden de los Franciscanos. Sus devaneos temporales tuvieron un punto final, cuando el Cristo de la Sacristía del Convento de San Diego, sobre el que se encaramaba para alcanzar la ventana por la cual escapaba a sus juergas nocturnas, puso fin con su famosa frase: ¡Hasta cuando Padre Almeida!.
Nuevamente enrumbado en las normas religiosas a las que se había comprometido, llego a ser Maestro de Novicios, Predicador, Secretario de Provincia y Visitador General de la Orden de los Franciscanos. Pero la historia de este personaje es mas larga y pintoresca, aparentemente ingresó al Convento de los franciscanos más que por una verdadera vocación, por un desengaño amoroso. Tan grande debió haber sido su decepción que decidió abandonar su vida ociosa y entrego todos los bienes que le correspondían por herencia a las otras dos mujeres de su vida: su madre y su hermana.
Sin embargo, el encierro y la oración hicieron poco para vencer sus ímpetus juveniles. Pronto la tentación llamo a su celda en la forma de un compañero de encierro que le converso sobre sus evasiones nocturnas para visitar a unas damiselas de la vida alegre que se prestaban a compartir sus encantos con los buscadores de aventuras.

Una noche, ataviados con sus sotanas, varios compañeros de la Orden, miembros de este grupo de «chullas quiteños» saltaron el muro del convento, y fueron a una fiesta concertada con una de las damiselas, que pretextando llegar a misa, se ponía en contacto con cualquiera de los frailes cuando pasaba el cepillo, para recoger limosnas durante la misa.
Al empujar la puerta de la casa de las divertidas jóvenes inmencionables que los esperaban, se sorprendieron al ver a un grupo de frailes franciscanos tomados de la mano con las señoritas, parece ser, que se les habían adelantado, pero aun así, la fiesta aquella noche fue larga.

Ilustración de Roger Ycaza, 2009
Fuente: rogerycaza.blogspot.com  

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El Cristo de los Andes - La leyenda de Caspicara

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Caspicara Cristo del Corazon Foto de Gustavo Mateus Cortes










Los sacerdotes de la Compañía de Jesús no podían creerlo. Manuel Chili, el pequeño niño indígena que se colgaba y correteaba por los andamios y pasadizos de la iglesia mayor de los jesuitas en Quito de pronto se había convertido en un gran artista.
Sorprendidos por la habilidad artesanales demostrada por el  joven, los jesuitas decidieron tomar a su cargo la educación, darle vivienda, comida y un poco de dinero ya que en ese entonces los artesanos no gozaban del mismo trato que los reconocidos como verdaderos artistas.
Además del apoyo, los padres de La Compañía lo pusieron a cargo del gran escultor Bernardo de Legarda para que puliera las aptitudes de Manuel para que mejorara su técnica en la escultura y la pintura. Así nació el gran Caspicara, uno de los mayores exponentes de la Escuela Quiteña.

FUENTE: Tunja — El Arte de Los Siglos XVI, XVII y XVII 1989

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